La construcción social de la realidad
¿Cuál es el punto de partida en la
formación de una sociedad? ¿Qué elemento es el desencadenante?
Tomaremos como referencia la situación
ideal: el comienzo desde cero.
Ante una circunstancia inédita el
hombre siente curiosidad y miedo. La incertidumbre ha de vencer al
miedo para que la persona no viva aterrada de por vida de las
situaciones desconocidas, así como de las personas con las que no ha
tratado antes. Esto imposibilitaría la formación de familias,
ciudades y, en última instancia y lo que nos ocupa, la construcción
de la sociedad tal como la conocemos.
Para saciar dicha curiosidad nos
relacionamos con individuos ajenos a nosotros. Mediante estas
experiencias somo capaces de formarnos una idea del otro, y a medida
que vayamos teniendo más contactos iremos completando estas
clasificaciones. Cuando tengamos suficiente información aplicaremos
esos conceptos que nos hemos creado a cada persona que conozcamos,
asociándola por su modo de actuar y de ser con uno de nuestros
modelos, que se agrupan en el árbol de cuerpos de confianza. Por
ello se dice que reducimos a los sujetos en actores típicos
anónimos. En la medida en que su comportamiento difiera del que
tenemos asociado a él por sus creencias nos sorprenderá y nos
resultará extraño.
Por ejemplo, si todos los porteros que
hemos conocido en nuestra vida nos han parecido personas antipáticas
tenderemos a asociar esa aptitud al resto de porteros, y cuando
aparezca uno simpático y amable nos sorprenderá por salirse de la
norma.
Estas relaciones que establecemos con
el otro pueden ser de dos tipos:
-Relaciones primarias: encuentros
cara a cara, en los que el otro se nos presenta tan claramente que
llegamos a conocerlo mejor que a nosotros mismos, incluso nos vemos a
través de él en lo que se llama efecto espejo. Las expectativas,
los actos y el comportamiento del otro hace que nos vayamos formando
un formato-tipo de él. En el momento en que se salga de allí nos
sorprenderá.
-Relaciones secundarias: aquellas
que no se dan personalmente, sino que por prejuicios nos creamos unos
modelos mentales propios sobre determinados grupos sociales (ej.
prostitutas). Lo más probable es que no hayamos tratado con ellos, y
en el momento que lo hagamos se desarmen esas ideas preconcebidas.
Este proceso de juzgar por ideas propias se denomina tipificación.
Cuando esta tipificación se repite
nos habituamos a ella, y la retenemos por la memoria.
De este modo se instala de manera
prácticamente permanente en nuestras creencias. Decimos entonces que
se institucionaliza.
Por ejemplo, los modales en la mesa
están institucionalizados: son objetivos, están ahí
independientemente de la opinión del sujeto, conforman una
determinada sociedad que los exije.
Se dan tres procesos:
-Externalización: la sociedad es un
producto humano.
-Objetivación: proceso por el que se
la indeferencia ante la interpretación subjetiva de la sociedad.
-Coercitivo: la sociedad objetivada se
proyecta sobre la conciencia.
El hombre produce un
mundo que más tarde le produce a él mismo.
Es mediante la sociabilización como
llegamos a proyectar de nuevo nuestra opinión sobre la realidad
objetiva, por ello decimos que el hombre es un animal social: homo
sociologicus (socioyo).
En muchas ocasiones, debido a las
expectativas que recaen sobre cada tipo de persona, la persona ya
tiene asociada una personalidad; se ve influido por su
''prehistoria''. Por tanto, la formación de su personalidad no será
un proceso meramente individual, sino que gran parte de ello
dependerá del ambiente que le rodea, así como de las instituciones.
A medida que se desarrolle su entorno
valorará si el sujeto ''da el tipo'', es decir, si se ajusta a las
expectativas que le corresponden a alguien como él.
Haciendo una alegoría con una novela,
cada uno de nosotros interpretaríamos un papel de acuerdo a nuestras
capacidades, nuestras habilidades, nuestra posición... Nuestra
''prehistoria'' e historia. Si uno se saliese de ese papel, muy
probablemente el resto de actores le echarían de la función, aunque
hiciese un monólogo brillante. También puede ocurrir que al echar la
vista atrás no nos reconozcamos como nosotros mismos. En este caso
parte del ontoyo se ha escindido.
En todo caso, hablamos de estos roles
que adoptamos cada uno dentro de la sociedad como papeles sociales.
Existen dos teorías al respecto:
-El primero nos dice que es un papel
momentáneo. Además, tenemos en cuenta como los demás actúan de
acuerdo a su papel correspondiente, y nos posicionamos a favor o en
contra en función de como lo manejen. Los procesos de modificación
o intercambio de papeles se denominan ''creación de papel''.
-En el funcionalismo consideran los
papeles como expectativas preescritas y estáticas, por lo que no
habría movilidad y para modificar un papel habría de cambiar la
concepción de toda la sociedad.
En cualquier caso, estas
preinscripciones alteran a la sociedad y llaman al individuo, quien
para bien o para mal no puede ignorarlas.
Para que se forme una sociedad necesitamos algo más, un elemento integrador que la dote de sentido: es la conciencia colectiva o cosmovisión. Será el soporte de todas las convenciones sociales, de todas las creencias e instituciones que se forman con el paso de los años.
De esta concepción se derivan tres problemas básicos:
- Se segmenta el orden institucional.
- El conocimiento de la realidad se distribuye desigualmente.
- Ausencia de normas (anomía).
Como solución es básico entender la legitimación: justificación social de aquella institución que consigue la obediencia. Puede ser vertical (diacroniza, une los pasos del individuo por distintos órdenes institucionales) u horizontal (sincroniza, une los papeles de una institución). Otras clasificaciones la distinguen en cognitiva (atribuye validez), normativa (demanda obediencia) y emocional (logra adhesión). Hay cuatro mecanismos:
- Legitimación incipiente: transmisión de objetivaciones a un sistema linguístico.
- Rudimentos preteóricos: esquemas pragmáticos (refranes, proverbios...).
- Marcos de referencia: significados aplicados a un campo concreto.
- Universos simbólicos: realidad asociable a un conjunto de significados globales.
La reificación o cosificación es el proceso de conversión de una realidad en una ''cosa'', en el que lo social, producto meramente humano, pasa a concebirse como algo natural.
Por ejemplo, la depilación en las mujeres. En la sociedad actual occidental se ve como algo inaludible, y se critica a la mujer que no cumple con ello, por ser considerado antinatural o antihigiénico. Sin embargo, la realidad es que el vello es lo natural mientras que las técnicas de depilación son artificiales. No es más que una convención social que empezó a darse en algún momento de la historia y que se institucionalizó con el paso del tiempo. Además, se trata de una convención injusta, pues solo reclama el deber de las mujeres a eliminar el vello cuando los hombres lo presentan igualmente, incluso en mayor cantidad.
Muchas veces conduce a la alienación, un estado de pérdida o separación, en el que el sujeto es coaccionado inconscientemente para realizar una expectativa que se tiene de él, sin parase a pensar en sus consecuencias. En el ejemplo anterior tendríamos a la mujer que sufre al depilarse pero que lo hace sin plantearse otra opción al considerarlo como una obligación.
Cuando se produce una situación así, tan arraigada, en la sociedad, parece que no puede cambiarse. Sin embargo, en mi opinión deberíamos luchar para acabar con eso, pues en muchas ocasiones no costaría cambiar si pusiésemos un poco de interés y compromiso de nuestra parte. Gran cantidad de estas convenciones se formaron hace años, cuando la realidad social era muy distinta de la actual: ¿por qué deberíamos aceptar estos estigmas como válidos, si no hemos sido nosotros mismos los que los hemos impuesto?
Deberíamos reflexionar más sobre qué es lo que queremos para nuestra sociedad, si aceptar lo que nos viene dado por la historia como si fuera natural, sin aceptar que lo hemos impuesto nosotros anteriormente y por tanto podemos destruirlo, o por el contrario ponernos manos a la obra para crear nuevas instituciones acorde a nuestro tiempo, en las que imperen la justicia y la igualdad.